Una de las leyendas populares en España, específicamente en Almería, es la del hombre saco. Un cuento que atemoriza a los niños hoy en día, usado por los padres para que sus hijos se acuesten temprano, diciendo que se los iba a llevar el hombre saco si no se dormían.
Pero esta leyenda tiene un trasfondo bastante oscuro, ya que proviene de un hecho que afectó a toda una generación. Esta oscura leyenda es más real de lo imaginado. Este personaje ha sido temido por generaciones durante años. Tanto es así que la histeria y el miedo masivo llevaron a que varias multitudes atacaran a cualquier extraño o posiblemente sospechoso de ser el hombre saco.
Pero antes de sumergirnos en uno de los crímenes más impactantes del mundo, hablemos de quién está detrás de este mito.
Las personas con sacos o bolsas viejas son figuras mitológicas populares que aún existen en algunas regiones. Se les representa como un hombre que deambula por las calles después del anochecer en busca de niños perdidos y los lleva en una bolsa grande a un lugar desconocido.
Origen de la leyenda
La leyenda del hombre saco tiene un origen real, data de un crimen cometido en 1910 en Gádor, un pequeño pueblo de Almería.
Francisco Ortega, El Moro, padecía una tuberculosis severa y buscaba desesperadamente una cura. Fue a ver a una terapeuta, Agustina Rodríguez, y tras ver el diagnóstico, lo mandó a ver a Francisco Leona, un terapeuta con antecedentes penales.
Leona le pidió tres mil reales a cambio del tratamiento, revelando que la cura consistía en beber sangre fresca de una persona sana, en este caso, de niños. A quienes herían en el pecho, para poder beber la sangre fresca que emanaba de la herida.
El crimen de Gádor
El 27 de junio de 1910, Leona utilizó cloroformo para drogar a Bernardo González Parra, un niño de 7 años. Después de drogarlo, lo metió en un saco. Cuando lo sacaron, Bernardo seguía aturdido y confundido por el cloroformo, y entonces lo apuñalaron. Ortega procedió a mezclar la sangre de Bernardo con azúcar para bebérsela.
El pobre Bernardo seguía vivo durante el proceso, fue llevado a un lugar llamado Las Pocicas y aquí, fue asesinado, su cráneo fue aplastado con una piedra. A continuación, se le extrajo la grasa del cuerpo para ser utilizada después en el proceso curativo. Una vez hecho esto, escondieron el cuerpo de Bernardo en una grieta y lo cubrieron con hierbas y piedras. Julio, El Tonto, fue cómplice de semejante desgracia.
Leona intentó estafar a Julio al no darle su parte del dinero que le había prometido, por lo que Julio acudió a las autoridades y reveló que había encontrado el cadáver de un niño mientras cazaban. Cuando los funcionarios llegaron para detener a Leona, fue entregado por la misma localidad, ya que estaban al tanto de todo lo que había ocurrido. Durante el proceso judicial, todos los implicados en el asesinato del niño, se acusaron entre sí. Por lo que los tres fueron condenados a muerte. Más tarde, Julio fue indultado por motivos de locura tras un informe psiquiátrico.
También se dice que antes del asesinato del pequeño Bernardo, el origen del hombre del saco se remonta a los siglos XV y XVI, cuando un hombre se encargaba de recoger a los bebés para llevarlos a los orfanatos. Este hombre los colocaba en una bolsa o cesta de mimbre, lo lamentable es que los bebés solían morir en el transporte, antes de llegar al orfanato.